Este estudio pone de manifiesto no sólo los efectos nocivos que produce la adicción a esta sustancia sino que el consumo de los adolescentes modifica de manera permanente e inadecuada las áreas cerebrales que intervienen en el aprendizaje y que afectan a la memoria. Y es una llamada más a las instituciones públicas para que desarrollen programas de ocio para la juventud donde no sólo se trate de demonizar o prohibir la cultura del botellón sino también de desarrollar campañas y estrategias para el aprovechamiento de los espacios de nocturnidad donde los adolescentes crean vínculos, acumulan experiencias y desarrollan aprendizajes grupales.Ah! y estas campañas deben ser de forma constante y prolongada no sólo deportivas sino también lúdicas y formativas, porque está claro que un cuerpo sano necesita una mente en consonancia que le permita disfrutar de la vida y de los años con capacidad para elegir y decidir.
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