domingo, 2 de octubre de 2011

Los demasiado animados dibujos

Todos recordamos nuestra infancia pegada a meriendas, cromos y como no dibujos animados que nos conducían a mundos de fantasía claro que también recordamos el vino Santa Catalina como abridor de apetitos y las peleas a pedradas en el pueblo de nuestros padres.  El que un hecho se repita a lo largo de la historia y que en un momento no resulte perjudicial no ratifica su inocuidad. Ver televisión antes de los seis años resulta perjudicial para los niños porque el nervio óptico carece de la madurez suficiente para gestionar un caudal de imágenes a una velocidad trepidante y porque las bases de su aprendizaje no permiten una distinción certera en el enfoque de la atención, en la selección de los estímulos, en el mantenimiento del esfuerzo para aprender y de la curiosidad para conocer.
Da igual lo que el niño vea aunque es cierto que el tiempo de exposición condicionará su respuesta ante estímulos no visuales, su pasividad al implicarse en dinámicas educativas y su capacidad de maduración y socialización. También es cierto que la exposición al consumo de televisión entre los seis y los doce años tiene que racionalizarse según la tendencia del niño a sufrir déficit de atención, su rendimiento escolar, su integración social, su capacidad y autonomía para resolver problemas y su habilidad para intervenir en procesos lúdicos. Noticias como la presente nos dicen que no todo está perdido en la batalla contra la abducción nociva de nuestros hijos.


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