El saber sólo ocupa el lugar que deja la ignorancia por tanto su peso no es otro que aquel que es desocupado cuando una pregunta se formula. Tener el privilegio de pertenecer a una institución de este calado plantea el interrogante de enfrentarse a nuevos retos que justifiquen la designación; observar la realidad con el detenimiento del aprendiz y las manos del amanuense cuando copia lo que otros han pensado para poder construir aquello que dote de significado a su iniciativa.
En el silencio la veste recoge en sus pliegues el esfuerzo que precede a la reflexión de cuantas cosas quedan por aprender, de cuantas hemos olvidado, de cuantas nunca tendremos noticia y sobre todo de cuántas nos hacen ser aquello que más se parece a lo que somos, a lo que otros ven, a lo que queda cuando las palabras aparecen.
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